Opciones diagnosticas en radiología oral durante la pandemia de Covid 19
La radiografía intraoral es fundamental para la práctica de la odontología, sin embargo, es un procedimiento que genera aerosoles, los cuales son pequeñas gotas de saliva en el aire circundante, por tanto, favorece la propagación de infecciones como el COVID-19. En enero de 2021, las directrices de la Academia Americana de Radiología Oral y Maxilofacial presentaron una respuesta radiológica dental adecuada. Aunque la eficacia de la vacunación completa es 88% contra la infección, 94% contra la hospitalización y 95% contra la muerte, la reciente variante Ómicron se convirtió en pocos meses en la cepa dominante en muchos países, aunque es menos letal que la mayoría de las variantes anteriores su mayor transmisibilidad y su alta proporción de avance entre los vacunados, sugieren que las vacunas por sí solas no acabarán con la enfermedad.
Por lo tanto, ahora es importante dar el siguiente paso y ayudar al dentista a proporcionar un servicio más completo a la comunidad en lo que se ha convertido en la «nueva normalidad» en este tercer año de la pandemia. Esta nueva normalidad no es sólo la prestación de todo el tratamiento dental a los pacientes que se han visto privados de tratamiento dental regular a causa de la pandemia en los últimos dos años, lo cual incluye el tratamiento de pacientes con «COVID largo» que ahora están comprometidos por problemas neurológicos, cardiovasculares y de coagulación.
Los avances más importantes en radiología dental durante las últimas 3 décadas han sido la radiografía digital que incluye tanto la radiografía intraoral como la panorámica y la tomografía computarizada de haz cónico (TCCB). Un encuentro anterior con el síndrome respiratorio agudo severo agudo respiratorio severo (SARS) en el 2003 y el 2004, precursor del SARS-CoV-2 de la actual pandemia de COVID-19, suscitó preocupaciones sobre el control de la infección de la radiografía digital intraoral, lo que dio lugar al desarrollo de un sistema eficaz de embolsado/barrera para el sistema de placas de fósforo, por ejemplo.
Aunque la mayoría de los pacientes que acuden a un tratamiento dental de urgencia pueden ser diagnosticados sólo con un examen clínico, puede ser necesario realizar algún tipo de radiografía. Esto es particularmente cuando el paciente es desconocido para el dentista o no ha acudido con regularidad a la consulta de rutina y/o en el caso de pacientes cuya presentación clínica indica que la radiografía es necesaria para evaluar el problema de forma más completa antes de poder ofrecer un tratamiento adecuado. No obstante, esta evitación de la radiografía intraoral plantea al dentista, independientemente de la situación de la COVID-19, toda prescripción de radiografías debe basarse en indicaciones clínicas sólidas de una historia clínica y una exploración clínica adecuadas. Esto dicta que la radiografía debe realizarse cuando fuera clínicamente necesaria. Se había desarrollado una estrategia en la pandemia para minimizar la generación de aerosoles en un contexto radiográfico intraoral, como el uso de un sistema de doble operador, uno que sólo se ocupaba del ordenador y de la exposición, y el otro operador que manejaba únicamente al paciente y al receptor de imagen. Esto no podía funcionar cuando el paciente era un niño, un anciano o un paciente especial que se resistiera a una radiografía intraoral.
Fig.2
Se trata de las radiografías de mordida extraorales, las radiografías periapicales extraorales y la tomografía cone beam, las cuales se han convertido en una opción diagnóstica importante para minimizar el contacto con la saliva para los operadores y para evitar la generación de aerosoles, estando siempre debidamente justificadas y siendo de aporte para el paciente.
Referencia Bibliográfica
MacDonald D, Reitzik S. (2022). “New Normal” Radiology. International Dental Journal.